domingo, julio 26, 2009

Desperfumada

Ando leyendo un libro que me trae muy peturbada. No voy a decir cuál porque me da pena que se entere de que apenas me decidí a leerlo y que además me pone melancólica todas las noches justo antes de dormir.
Anoche fue el colmo. Llegué muy cansada a mi casa después de una kilométrica excursión a Atizapán. Antes de alistarme para salir decidí leer y dormir un poco. Cuando desperté el desgano y la modorra me pesaban más que cuando uno tiene que despertar tan temprano que aún es madrugada.
A tomar mi perfume iba cuando nomás lo tiré. Y me ha pasado millones de veces desde que uso ese perfume hace ya varios años, pero fue anoche que a la botella dura le dio la gana no aguantar el golpe y se rompió.
Lo vi todo sin perder detalle. Primero se partió a la mitad y luego la parte de abajo, en muchos cachitos. El perfume hizo un charquito. Y me le quedé viendo mientras pensaba qué aquello era una señal.

Luego recordé que estaba nuevo y que me había costado muy caro.

Desde anoche toda mi casa huele al perfume. Fue tanto el olor que no pude dormir en mi cuarto. Y a saber qué habré soñado, pero como si fuera una de las locas ésas del libro que estoy leyendo, desperté llorando copiosamente. Debe ser el olor del perfume que de tan fuerte ni nos acostumbramos.

Si gusta cooperarse para comprarme una nueva botella de perfume, yo se lo agradeceré, amable lector. Si me conoce ya sabe de qué le hablo.

jueves, julio 23, 2009

Yo tengo. Personalidad. Personalidad.

Mi celular dice que hoy caminé casi 11 kilómetros. Tengo uno de esos aparatos que a falta de todo lo interesante cuenta los pasos.
13 mil 192 pasos y nadie me cree.
Sólo espero que eventualmente el trasero se me ponga duro y el esfuerzo valga la pena.
Ya no estoy hablando de los pasos. No de esos.



Gracias a dos chick flicks aprendí que mi historia temprana me hizo una mujer con mucha personalidad. Me creció como no me crecieron los senos. Me creció mientras nadie me quería ligar.
Ahora puedo conversar y hasta hago chistes.

miércoles, julio 15, 2009

Otra boda, por favor

Siempre he querido ir a una de esas bodas donde la gente se pone señoras pedas y baila y llora y se abraza. Siempre he querido ir a una boda, aunque el jolgorio sea más bien moderado y no haya tanto llanto ni tanta peda. Con que sea boda me basta: la boda de un fulano con una sutana donde me pueda tomar la foto del recuerdo y me sienta, por fin, uno de los cuates de Hugh Grant.
La evidencia me dice que me voy a quedar con las ganas. Que no tengo tantos amigos y que los míos no se van a casar. Que la boda de Luis Ricardo era mi último chance.
Hace como un mes me ganó el incosciente por culpa de la peda. Después de beber tres esplendores en la hierba y ya de camino a mi casa le puse al muchacho, que ya se dice honrorsamente mi novio, "canciones de boda".
No me malentienda, malvibroso lector. Yo nomás quiero ponerme una de esas pedas, porque durante la única boda a la que he ido aparentemente no hice otra cosa más que lloriquear y atravesarme en las fotos.
*Me contaron que la boda del querido Luis Ricardo fue una monada. Debió serlo con tan bonita invitación y con tan chulo novio.

martes, julio 07, 2009

Mi ganglio y yo

Se me inflamó un ganglio y me lo fui a cortar. Así de campante, como quien se corta un padrastro a mordidas.
Un doctor inexperto me abrió la boca con metales que sabían amargo y casi me hacen vomitar.

Eso pasó hace casi un mes.

Y del ganglio no sé nada pero siento que lo extraño.