La asimetría le gana a mis buenas intenciones, y aun así, paso los días sonriendo como babosa. Mis caderitas de adolescente con bigotito incierto y estéril obsesión por el tamaño de su pene me dicen que no estoy hecha para la maternidad, y aun así ya tengo el nombre de un hipótetico retoño.
Ando de buenas y básicamente me vale madres ser un macho omega (porque ya expuse la imposiblidad de ser hembra) y estar destinada al fracaso en eso de la selección natural.
También ando con una coyuntura de miedo: ni me acordaba del año de Darwin. Puro instinto periodístico.