domingo, agosto 31, 2008

Vieja de jalón

Creí que para entonces andaría lamiéndome las lagrimitas con todo y mocos. Es la hora que no siento nada, nada. Si acaso, un estridente dolor de cabeza que me trae en la cruda perpetua, pero es cosa de mi cuerpo y de genética y de todas las cosas que le voy a recriminar largo y tendido a mi padre la próxima vez que lo vea allá por el 2010. No es cosa de edad.


Ya van los 25. Me sigue doliendo la cabeza como a los 23, como a los 12, como a los 48.


Hablando de años. Necesito una canción ad hoc que recuerde bien, porque la falta de atención me ha dejado descelebrada: sin velitas, sin pastel, sin ausencias etílicas, sin llantos embarrados.

Es la edad la culpable. Su culpa es que yo sea incapaza de escribir entradas coherentes y chistinas, como solía hacerlo en 2004. Pero sigo con las bolas firmes. Muéranse de envidia.

No vieja de respeto, vieja de jalón

Seguro se llevó esa mala impresión por los lentes de sol. Seguro fue por la voz ronca y las maneras coquetas con las que hacía preguntas bien rebuscadotas, a sabiendas que por respuesta tendría un mensada como "ay, ahora sí me dejaste pensando" superfresa.
No sé de dónde vino es mala impresión: cómo diablos me las ingenié para convertirme en la idiota de la historia. Yo era la reportera interesante y ellos, una bola de pseudorockstars a quienes había que poner en su lugar por engreídos y afortunados.
Sí, soy una resentida social, pero con intenciones justicieras.
No puse a nadie en su lugar, ni por más feo su rostro y desubicadas sus yaquisieras intenciones. Y la culpa la tuve yo, por andar de risueña pavoneando mi delgadita figura en sus narices y por andar defendiendo eufórica mis ideas de "rojilla" estudiante de la UNAM.
La cosa era no abrir tanto la boca más que para soltar un rasposo "no, ni lo sueñes". Pero no, tenía que salir con mi rotunda indignación por la marcha del sábado y una perorata apasionada y chairísima al respecto. Sorpresa: resultó el antídoto perfecto a mi soberbia y se dio el lujo de verme con asquito.
Cierto, la anécdota fue sólo el pretexto. No me atrevería a decirle a nadie un "ni lo sueñes", soy muy blandita para eso.

lunes, agosto 25, 2008

Disponibilidad inmediata

Después de meditarlo... y de mojarme con el pinche aguacero, y de entrar a un cajero en una calle solitaria a las 22:30 horas, y de correr, y de berrear, llegué a la conclusión de que esqueloqueloquepasaesquesoymuypendeja.

Eso de tener episodios mujeriles revanchistas a la Amanda Miguel en plena estación División del Norte y con New York Dolls como soundtrack es revitalizante, tanto como para hacerme lucir supersexy con los ojos rojos, el vestido mojado y las mejillas chapeadas. La cosa es que no debería tener episodios a la Amanda Miguel por más supersexy que (crea que) me vea. No, está mal, es ridículo, es infame, es de mujercitas indignas, de adolescentes rogando por golpiza, de morritas con rayos güeros en el pelo, de suecos (zapatos, no hombres) blancos, de mal gusto.



Sí, como dice la cabeza de este post. Nomás es cosa de tiempo. A ver si es chicle y pega.





Prrrrttttt. Sigo emputada.

miércoles, agosto 20, 2008

Por cierto

La melcocha anda más pegajosa que de costumbre. Le da por el besuqueo, el escote y el parpadeo veloz. Será el verano que anda muy fresco dejando sus lloviznitas en las calles.






Ya volví y tengo un pie jodido.

jueves, agosto 14, 2008

De cómo el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española me confunde en ciudades donde el modo imperativo necesita tilde cual palabra aguda

¡Pará!

¿Ahhh verdad?

La verdad es que soy una nacota y no verifiqué si sebo era sebo o cebo. Pero debo decir a mi favor que la definición en el diccionario me confunde ahora mismo. Nah, en realidad estoy peda. Peda con cerveza Corona, y es que las cervezas uruguayas estaban más caras y sólo me alcanzaba para la conocida.

No, en serio, me he angustiado mucho con el asunto. Pero ya se me pasará. Mientras tanto: perdón por ofender su fatua lectura con mis babosadas. Besitos.

Ahh sí, el comentarioturístico, gooooey:

lunes, agosto 11, 2008

Las almohadas apestan a cabeza cebosa

Buenos Aires es bonito. Nuestro hotel, no...

domingo, agosto 03, 2008

Cuando viva frente a la Plaza de Santo Domingo

Nunca me ha avergonzado ser una mujer de clichés y encandilarme fácilmente con referencias literarias, como nunca me ha avergonzado ser en las fiestas una suerte de tío borrachín e impertinente, aunque esté más sobria que el respetable completo (eso del respetable lo tomé de La Jornada, se me hace muy propio, muy elegante).








La Plaza de Santo Domingo fue sólo el pretexto monón para sacar lo del tío brorrachín impertinente.
Se me da fácil eso de ponerme estúpida en las fiestas y hablar como si fuera un cincuentón fanfarrón fumándose un puro y nalguenado a la sobrinita prematuramente desarrollada. No lo puedo evitar. Cada frase la termino con un cabrón y me vale si es mujer la persona con la que hablo, no lo cambio por cabrona. Grito groserías a lo pendejo y me jacto de la blusita apretada que cada tantos minutos termina dando el botonazo.
Me dijo Sofía que eso asusta a los hombres tímidos. Yo digo que aburre a los listos y encandila a los chamacos.
Bueno, la verdad es que sí me avergüenza. Yo sólo quiero ser la chica ideal. Ajá.