miércoles, agosto 08, 2007

Buenas intenciones

Una seria compulsión de limpieza vacacional me ha invadido. Después de año y medio de trabajar en dos diarios explotadores disfruto de las primeras vacaciones de oficinista de mi vida. ¿Y cómo las aprovecho? Limpiando.
Cuando estaba chavitita con el pelo larguísimo y las articulaciones tan debiluchas que se me zafaban con cualquier tirón, me preguntaba con enfado por qué a mi mamá le daba por poner la casa patas pa' arriba, desempolvar y reacomodar todo de nuevo.
No sólo dejé que el polvo se acumulara detrás de las cortinas y abajo de la cama; no sólo extravié las parejitas de varias calecetas; permití que los recuerdos hicieran un montón de años desordenado y promiscuo en los cajones llenos de mugre y paletas embarradas.
Literalmnete salieron arañas de entre una tímida colección de la primera generación de tazos que retozaban con cartitas de la secundaria a lado de la primer caja de condones Trojan que compré.
Hojitas con anotaciones pedas (creadas en plena peda), programas de conciertos enamorados, teléfonos viejos, fotos recortadas, invitaciones tristísimas de fiestas de quince años, recetas de mi primer ginecólogo ya muerto, gafete del trabajo de pizzera, flyers de todas las fiestas que organicé, corcho del vino que bebí con el guitarrista cuando por fin me peló, las únicas 10 hojas de La Carta de 24 Cuartillas que jamás entregué: todos los elementos necesarios para hacer una romántica reconstrucción de mi vida en caso de muerte trágica. Eso pensé.
Antes de terminar el cólico me interrumpió. Mañana regresaré todo a los cajones sin decidir importancias, para que pasen otros muchos años antes de que me decida a limpiar el polvo histórico que guardan mis cajones de triplay o no sé qué imitación chafa de madera. Pensé en cajas de zapatos a falta de baúles con olor a cola.


***

Estoy *así* de cumplir 24. Ya lo dije antes, ajá. Haré una fiesta, una buena fiesta como de quien cumple 24 y se cree de 19, todavía. Necesito un pincha discos agradable, que guste de mujeres "complicadas" diestras en el baile a gogo, del whisky, del mezcla y de besuqueadas casuales. Pienso ponerme borracha desde el principio y bailar toda la noche hasta que los invitados se vayan y me dejen el cochinero en casa de Ale Famosa. Llevaré el pelo chino, un vestidito negro y la boca roja. Pago por el servicio.

viernes, agosto 03, 2007

Circunstancia

La fuente me habló. Leyó la fatídica nota. Irónico y hieloso me dijo que le había parecido "suuuuuperobjetiva". Nadie en su sano juicio la consideraría objetiva. Ya no iré gratis al Manifest.







Pensándolo bien... la nota está cotorra. Igual y sí le gustó.

Cuando parecía que no dejaría de llover sobre mí... otra vez (sí, éste es un post cursi)

A 30 días de cumplir los 24; de llegar a un número par de apariencia gris y sin chiste; de estar a un año de alcanzar los adultos 25 y ya no poder presumir entre mi jefas de juventud; de recuestionar qué diablos he hecho de mi vida, fui al concierto de Travis.
Nomás para hacerla de emoción todo el día lo pasé llorando en la oficina. Con ese sentimiento privador y tartamudo gimoteé por la peor nota de rock que he firmado y podré firmar -eso espero- en mi carrera reporteril (puede leerla y burlarse de mí hoy en un suplemento semanal de conocido periódico de circulación nacional).
Ya nada valía la pena: mi carrera estaba trunca; mis ojos, hinchados; mi boca, seca; mi nariz, llena de puntos negros; y la entrevista con los Stills, cancelada.
Fui al concierto de Travis y me reencontré con esa intimidad de cuates, con esa complicidad bonachona que sólo un disco infatigable, de los que se escuchan una y otra y otra y otra vez durante meses, puede dar.
Recordé, como heroína en los últimos 10 minutos de la película, que no necesito ser experta ni leerme números y números de la NME para ir a un concierto, que la erudición me la pela y que, ¡qué chingados!, sí soy buena reportera.
Nada de rock fashionista; nada de corbatitas ni pantalones entubados; nada de post punk. Pura música buena onda, como chavita guapetona que duerme bien por las noches y amanece fresca fresca.
Y qué me importa que a muchos les parezca una mariconada: concierto como éste, nomás el de 2004.

Estoy contenta. Al rato, cuando vea la fatal nota publicada, entraré en shock.