viernes, enero 15, 2010

No hay éxito. No hay.

Yo soy como usted, compulsivo lector. Yo también me enajeno hasta el hartazgo con lo que me gusta mucho, aunque el mucho no sea tanto.

Y estoy acostumbrada a sufrir de muchos tipos de empacho: el empacho de la avena sabor fresas con crema, el empacho de los platanitos con salsa valentina, el empacho del agua de melón, el empacho de la canción que una fulana que no me conoce compuso a mi medida, el empacho de "je ne suis pas infame, je suis une femme", el empacho de aquel pobre narratario, el empacho de acosar a mi pobre novio.

Luego el empacho (que se siente unas veces como si la cabeza me pesara cinco kilos de más y otras, como si el pecho se me saliera por la garganta) se calma, pero siempre me vuelve, porque en el fondo soy una mujer de rutinas y bien disciplinada.

Ahhh... si tuviera esa disciplina para enajenarme con los proyectos que me harían una mujer mejor, de esas envidiables que no se enamoran de publicistas ingenuos o de músicos ignorantes, sino de artistas sensiblísimos y maduros que ganan premios y dirigen festivales culturales de "gran envergadura" o de mediana, pero culturales al fin.

Será que me está dando el empacho de la baquetonería y en unos meses me dará el empacho de la autocompadecencia.

También me da el empacho de sexo, pero de ese no hablo porque no quiero alardear.


Y por cierto, perdido lector, este post ni iba a ser de esto, pero así le dio la gana salir. ¿No le digo? Pura falta de disciplina para lo que sí importa.





Pero vamos de gane: no escribí en cólico.

De la tragedia

Y con todo, yo sigo pegando los mocos abajo de la silla.
Será que ha sido un día largo, adormilado lector.
Quisiera contarle de esas cosas de las que cuento cuando ando en medio de un cólico o en plena borrachera. Pero la verdad es que en estos tiempos de tragedia me da pena hablar de cualquiera que sea la cosa.
Tampoco quiero hablar de la tragedia, porque mi resentimiento social me hace sentir incómoda, fuera de lugar, como si quisiera aleccionarlo a la vista de todos, consciente lector. Como si quisiera enseñarle que yo también me entero, y que yo también me conmuevo. ¿Ya ve? Es inevitable.
Será que estoy siendo políticamente correcta.

Y a propósito de, vaya a leer este post.


Luego nos conmovemos juntos, por todo junto.