domingo, mayo 11, 2014

Todas las cosas (están) descompuestas

No puede ser que la puertita del mueble de la cocina lleve más de 15 años zafada. No puede ser pero es desde hace 15 años, y por más que la puertita zafada nos ha caído incontables veces sobre el pie, nunca la repararemos. Llegará el día de la muerte de mi madre y la mía y esa puertita zafada nos va a sobrevivir zafada, inerte e inservible. Y así zafada se va a ir a la basura y tal vez entonces algún ropavejero la componga y venda el mueble de la cocina con su mutilación de tres o cuatro décadas reparada.
No es lo único que me va a sobrevivir inservible: una maleta enorme con el cierre roto que no he mandado a componer desde 2008; el horno de microondas que dejó de funcionar en 2005; la lavadora que un exnovio me heredó y que ahora huele a podrido porque se quedó con agua estancada después de volverse loca y dejar de desaguar; una de las bocinas del tocadiscos, la cual dejó de servir en 1985, cuando mi papá se fue. Todo está descompuesto y todo sigue ahí, en el mismo lugar que le asignamos cuando llegó a nuestras vidas lleno de funcionalidad y esperanzas.
Ya se puede ver que me acostumbré a vivir entre los inservible, a refuncionar esos objetos antes que buscarles remedio. El remedio para qué si me puedo hacer bolas con basura acumulada que me sirva para guardar, por ejemplo, más basura. Como le pasó a la maleta con el cierre descompuesto, que guarda ropa vieja que ya debería regalar o tirar pero que, en cambio, sigue ahí, haciéndose más vieja.
No me extraña que el amor se me haya descompuesto y que ahora lo use, por ejemplo, para guardar obsesiones. Porque eso sí, para lo único que puede servir todo eso inservible es para guardar desperdicios o comida de gato y para que lo demás se sostenga, se pose o se recargue, como lo hace Palinuro sobre la lavadora con agua podrida, para tomar la resolana.
Tal vez yo misma me rompí en 1993 o en 2001 o en 2004 y me dejé ahí recargada en un rincón, sosteniendo algo, guardando algo, empolvada, zafada, bien rotota.