viernes, octubre 19, 2012

Mujeres golpeadas del alma o de cómo este es un post a la Carrie Bradshaw porque ya tengo casi 30 y YOLO

Hace algunos días olvidé en la casa de un muchacho un muy querido anillo. Es de plástico, me costó 13 euros y es perfectamente olvidable, pero era uno de los recuerdos de mi viaje a España y-tenía-un-gran-valor-sentimental y blah blah blah.
El anillo lo olvidé por un auténtico descuido -de verdad- , que en su momento me pareció afortunadísimo porque el muchacho me gustaba y era un pretexto fortuito para volverlo a ver. (Tengo 29, pero en las cuestiones del romance me manejo como una adolescente atrabancada de 15 y casi siempre la cago).
El anillo se le perdió. Y no lo culpo. Yo olvidé mi preciada pertenencia en casa de un desconocido. Mi responsabilidad. Pero me sentí profundamente ofendida por "la falta de delicadeza" porque no sólo perdió el anillo; parecía no importarle haber perdido la preciada pertenencia de alguien, por más desconocida que fuera. O sea, nomás tenía que dejarlo donde lo olvidé, o por lo menos avisarme que lo había perdido antes de darme la vuelta en busca del anillo. Puro drama, pues.
"Otro patán", pensé. "Otro patán con el que me encuentro en mi reducido mundito de la Roma-Condesa", pensé más. "Otro patán que atraje con mi imán de patanes", repensé.
Y fue ese último pensamiento el que me dejó fría. Bueno, digamos que tibia entre mis calurosas emociones. "Otro patán que atraje con mi imán de patanes". Tengo un imán de patanes activado, un ojo clínico para la patanería, ¿un gusto malsano por el maltrato? "Soy una mujer golpeada del alma", concluí.
Yo soy de esas mujercitas que se toma muy en serio lo de SOMOS MUCHAS LAS MUJERES TRABAJANDO PARA TODAS LAS DEMÁS. Crecí leyendo Fem y a Rosario Castellanos. Ni por error le digo a otra mujer puta o zorra y jamás culpo al género por la falta de destreza al volante. Si en teoría no me dejaría tocar NIPORELPÉTALODEUNAROSA, ¿cómo así que siempre me meto en situaciones tristísimas en las que de una u otra manera salgo medio humillada?

Ejemplo 1:
--¿Quieres ir a cenar?
--No, ya comí.

Ejemplo 2:
--Vamos al cine, ¿no?
--No puedo, tengo planes sexys.

Mujer golpeada del alma, les digo.  Mujeres que gustan de situaciones masoquistas a pesar de su espíritu independiente y aventado, tal vez como consecuencia de pensar que tienen la obligación de tener un espíritu independiente y aventado, entonces siempre deben estar frescas y relajadas como si las actitudes desdeñosas de tipos descuidados no les afectaran porque no les deben afectar porque qué oso clavarse en cosas que mujercitas normales se clavan*toma aire*.

Luegoentonces, psicólogos y sociólogos, sáquense el concepto y estúdienlo con seriedad para que las chick flicks apliquen sus enseñanzas y sean útiles para las mujercitas confundidas y atrabancadas como yo.

Será por eso que mi personaje favorito de Girls es Adam: patanazo. Un hombre solitario y complejo, rebelde sin causa y la mamada que trata de la verga a Hannah, pero no. O sea.

Hannah lo puede explicar mejor que yo:



"And it makes me feel stupid and pathetic to get a picture of your dick that I know was meant for someone else, and you didn't even bother to explain because I made you think you don't have to explain... And it makes me feel very stupid to tell you this because it makes me sound like a girl who wants to, like, go to brunch, and I really don't want to go to brunch..."

Ouch.





Update: ya apareció el anillo. Eso no cambia nada. 




martes, octubre 09, 2012

Mi culpa es por no entenderle al arte contemporáneo o de cómo Lucía Rivadeneyra lo puede explicar mejor que yo


Intelectual
La dejó
porque su manos
nunca habían
cargado una novela
porque sus piernas
jamás siguieron
el camino de un cuento
porque su boca
no tuvo sabor a poemas
y porque
hacía teatro al aire libre
donde la conoció.

lunes, octubre 08, 2012

Con todos menos conmigo o de cómo cada que me bajo del taxi le digo hasta luego al taxista aunque sé que no lo volveré a ver


Cada que me bajo de un taxi le digo amablemente al taxista "hasta luego" con la certeza de que nunca más lo volveré a ver. Cada que lo hago me repito en silencio que no lo haré la próxima vez, que es una mentira gratuita que podría ahorrarme con un simple "gracias".
Y no es que me importe mucho economizar mis palabras, pero es un recordatorio de esos muchos "hasta luego" y "nos vemos" y besos de despedida que he dicho y que he dado con la certeza de que son los últimos.
No me gustan las despedidas, a menos de que vengan con la promesa de un reencuentro.

Así debió sentirse la chica a la que le cantan esa de Con todos menos conmigo. Por eso andaba de loca buscando el amor con todos menos con él. O sabe.