jueves, diciembre 28, 2006

Staff

Después de 8 meses de sufrir una relación tormentosa-amor-odio con el periódico de la vida nacional, decidí, respetando mis nuevas convicciones de postadolescente en transición hacia adulto contemporáneo, que ya era hora de botar ese amor imposible... (historia repetida). El autorespeto ante todo, el amor propio primero, la dignidad en la frente.

No es cierto.

Conseguí otro trabajo en el que me firman como Staff. Perdí la identidad periodística pero gané un sueldo de humano que me permite, entre otras cosas, sentirme ejecutiva y pagar taxis para llegar temprano a la redacción.

Y a mis 23 años me siento exitosísima, tanto, que hasta estreno look, porque eso de pelo a la cintura chacha segura, ya no me va.

El cambio ha sido de tal contundencia que uso tacones con naturalidad y puedo permancer sobre ellos por más de tres horas sin caminar engarrotada.

Ya será cosa de tiempo el departamento de onda minimalista que habitaré en el centro, o el cutis perfecto y blanquísimo que mi nuevo estatus me otorgará; los 8 centímetros que me faltan por crecer y los 3 idiomas, herencia genética, que andan perdidos en mi cabeza.
Las portadas de Cosmopólitan serán retratos casuales y los amantes, todos ellos escenosos, desfilarán con lagrimas frente a mi cama king size.

Y ante tanta pretención espero con las pupilas dilatadas que los tres meses pasen y deje de ser Staff, porque es mi nombre Berenice y mi apellido, Andrade.

martes, diciembre 26, 2006

Algunos hombres apestan más que otros

Bueno ya, estoy enojada, y el enojo me nubla la cordura y la imaginación.

¡Pero qué putas enojada estoy!

domingo, diciembre 03, 2006

Cálculo renal o de cómo la mujer de mundo tiene un oscuro pasado

Las primeras advertencias tuvieron consecuencias trágicas, tanto que hasta los hímnos lastímeros de las Paquita la del Barrio rockeras y contemporáneas se han hecho de un sentido primordial.
De nada sirvieron las pláticas intrigosas donde se criticaba con ardor a la prima que se besuqueaba en el rincón y usaba calzones negros o a la que no le daba pena decir que ya menstruaba. Se concebía, como ley y como credo, que lo mejor mejor era darse-a-respetar. Cosa que se tradujo en un "ruégame y no me toques y sobre todo, no me hagas sexo oral".
Se volteó la tortilla, todavía blanda, para chamuscar el lado que faltaba y para no perder el finísimo toque del lugar común. Y es que los diecitantos fueron de una aburrición absoluta.

Se le llama mujer fatal y Jessy Bulbo la describe como nadie, lo que revela que seguro también pasó de noche y con los senos intactos sus quince años.
La chica fácil no nace, se hace (a través de desesperación y larga contención de sus más naturales y sanas pulsiones sexuales e intelectuales. Plaff). Y ya vio usted, postadolescente lector, sí tiene corazón.








Y el cálculo renal no es más que una alegoría inducida o unos besos que provocaron histerias innecesarias y conjeturas adolescentescas. Culpa de la noche, del alcohol y de la primavera precoz o tardía. A saber. No se enoje que no es para tanto.