domingo, marzo 30, 2008

Cause I'm just a teenage dirtbag, baby

Anoche me perdí, según los estándares de Sofía, del "concierto del año".
Me lo perdí, de cuerpo presente y sin acreditación de prensa, lo que me habría dado, tal vez, un poco más de dignidad.
Mejor. Así pude ponerme ebria sin temor a chocar impunemente contra una pared con un gafete de prensa colgando de mi cuello. Chocar contra las paredes por ebriedad debe ser una actividad sin prejuicios ni compromisos, y hacerlo mientras -aparentemente- se está en horas de trabajo le achaca todos los prejuicios y compromisos que un ebrio solitario no puede cargar.
Me interné, más anónima que de costumbre, en la muchedumbre y bebí todo el vodka que mi figura de 43 kilos me permite. Tres vasos.
El anonimato me atrapó hasta la sordera. Y entonces me di a la vagancia, mientras los rubios candienses se esforzabn por ofrecer, según los estándares de Sofía, "el concierto del año".
Me recuerdo, sin recordarme en verdad, caminando con las piernas enredadas y el pecho pegostioso por el vodka con agua quina que me derramaba en cada trago.
Y sí me sonaba grande; me sonaba a que podía ponerme eufórica ante los güeritos sudados y sus esfuerzos canadienses; me sonaba memorable aunque mi memoria no estuviera interesada en participar, pero estaba yo tan afligida por la ausencia de saludos que sólo oí los ecos de la escena, esa misma que me aventó a la salida de emergencia al lado de los baños.

Sabias las palabras de Manzanero (¡ja!): entre tú y yo no hay nada personal...

Sólo una insatisfecha relacion profesional.


Aun así, parecía una epifanía aquella fiesta con güeritos y mariachis y Ximena Sariñana. Ajá. No, ya en serio, el concierto de Broken Social Scene estuvo muy bueno, ojalá me hubiera dado cuenta. La culpa la tuvo Tatiana, esa chica con la que estudié en la secundaria, y a la que sólo me la encuentro para recordar mis complejos adolescentes. A los 24 adquieren nuevas dimensiones, por fortuna ahora gano dinero.

viernes, marzo 28, 2008

Combat, baby

No, la ausencia no tiene excusas. La ausencia no puede decir nada porque la perrita se fue hace un par de minutos cubriéndose los pechos con un playerita barata que compró en Wall Mart. La cacharon, medio borracha, manoseando a un tipo muy feo.
Luego llegué yo y se le acabó la diversión a la sin vergüenza aquella.

No me siento bien. Es como si las hormonas y los espamos me llevaran de la mano a la computadora. La cosa es que el dolor físico no es buen consejero; me abruma tanto el esfuerzo que de verdad no tengo idea de qué escribir. Y eso de alimentar el blog mientras los cólicos menstruales (sí, menstruales, así se llaman) retumban en todo su esplendor, se me ha dado ya casi por costumbre los últimos seis o siete meses.
Debe ser una variación posmoderna del síndrome premenstrual. Me siento importante.

Se dice que soy poderosa. Lo digo yo. Creo que logré que trajeran a Metric deseándolo muy fuerte. Ahora, con mis poderes en evidencia, pueden hacer sus peticiones. Ya veremos si me da la gana desear muy fuerte por ustedes.



Qué bien baila esa mujer. Vayamos todos a verla.