jueves, mayo 07, 2015

De asesinos seriales y propiedad privada

Tenía una playlist llamada "Canciones de boda" que ponía cada que iba borracha en el coche de un exnovio que me duró una vida. Cuando la vida se nos terminó, borré la playlist y procuré no hacer sonar las canciones por respeto a los muertos.

Había un muchacho que tenía por ritual de enamoramiento leer en la cama, después de coger, el libro que había leído con una exnovia. Replicaba el acto con cualquiera que le aguantara, de chingadazo, la lectura de más de 100 páginas. Exigía lágrimas y coincidencias, repetía frases repetidas muchas veces ya, lo que fuera para no soportar por unas horas la ausencia de ella. Era como un asesino serial que buscaba el beso de la madre muerta con víctimas desorientadas. Cuando la frustración le ganaba, las mataba y aventaba sus cuerpos desde el piso 12.

Hace poco leí una historia que era mía. Yo misma la había vivido, pero no hubiera sabido contarla. A la vida le da por repetirse hasta que encuentra al narrador más efectivo. 

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