He decidido acostumbrarme.
A no escuchar música en el metro.
A no leer por las noches.
A dormir temprano.
A comer a mis horas.
A llenarme el hígado de analgésicos.
Si alguna vez se asustó leyendo Cefalea de Julio Cortázar, le conmino a que aprecie con asombro el genio y la exactitud del escritor.
4 comentarios:
zzzzzzzzz
Póngase a leer y deje de andar jodiendo, ¿qué no ve que estoy malita?
mmm, yo a veces hago esas promesitas, propositos o como sea que se llamen, ¿sabes cuantas veces los cumplo? ¡ni una! espero que te recuperes de cualquier mal que te aqueje, y lo del nombre pues la verdad el actual y el pospecto suenan bien, el segundo algo deprimente, pero bien...
Es bueno enumerar hasta el hartazgo, de tantas maneras sea posible, todas aquellas cosas que deberíamos hacer pero no haremos, al menos no hasta estar completamente jodidos.
Aún en el suelo balbuceríamos (no una tregua), pero sí una prórroga para seguir rompiendo propósitos con convicciones.
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