Cada que me bajo de un taxi le digo amablemente al taxista "hasta luego" con la certeza de que nunca más lo volveré a ver. Cada que lo hago me repito en silencio que no lo haré la próxima vez, que es una mentira gratuita que podría ahorrarme con un simple "gracias".
Y no es que me importe mucho economizar mis palabras, pero es un recordatorio de esos muchos "hasta luego" y "nos vemos" y besos de despedida que he dicho y que he dado con la certeza de que son los últimos.
No me gustan las despedidas, a menos de que vengan con la promesa de un reencuentro.
Así debió sentirse la chica a la que le cantan esa de Con todos menos conmigo. Por eso andaba de loca buscando el amor con todos menos con él. O sabe.
3 comentarios:
Quizá no es una mentira, si con tus palabras está la esperanza que, en algún momento, se producirá ese reencuentro, ya sea físicamente o a través de la memoria.
Decir un hasta luego siempre... Pues nunca sabemos si volveremos a vernos...
Pues es mejor un hasta luego que un adiós...
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